Asegurar unas condiciones óptimas de entrega de agua y una adecuada recogida de la residual para su posterior tratamiento es el reto final de la cadena de valor del ciclo del agua.
Estos procesos requieren de un constante trabajo de revisión y actualización en entornos urbanos consolidados, además de un desafío tanto técnico como social y ambiental en países menos desarrollados, donde el déficit de este tipo de infraestructuras supone una merma en las condiciones de vida de la población menos favorecida.