Atotonilco, la mayor planta depuradora (PTAR) del mundo ejecutada en una sola etapa

México requería de una depuradora los suficientemente eficaz para tratar las 3,6 toneladas diarias de aguas negras del Valle de México, el 70 por ciento de lo que genera la zona metropolitana de Ciudad de México, que descargan en el municipio de Atotonilco de Tula, lugar donde también comienza los distritos de riego de la región.

La PTAR debía mejorar las condiciones sanitarias de la población y permitir el uso del agua tratada en la agricultura (conservando los nutrientes de las aguas residuales, pero eliminando los contaminantes), además de facilitar la tecnificación de los sistemas de riego y la producción de cultivos.

Así, esta obra es una de las de mayor envergadura contempladas en el Programa de Sustentabilidad Hídrica de la Cuenca del Valle de México.

Ayesa ha sido la ingeniería encargada de realizar la supervisión de la construcción y la puesta en marcha de esta planta depuradora de Atotonilco, la mayor del mundo con una capacidad media de 35 m3/s que puede llegar hasta un máximo de 50 m3/s, diez veces más que cualquiera de las grandes depuradoras españolas.

De acuerdo con la Ley de Obra Pública mexicana, recae sobre la supervisión y sobre el superintendente la facultad de aprobar las diferentes unidades de obra que ejecuta el contratista.

Los lodos que se van extrayendo, donde queda la contaminación, se someten a un proceso de digestión anaerobia que genera biogás. Éste se almacena en gasómetros y desde ahí va a los motores de cogeneración donde se transforma la energía térmica en eléctrica. Sólo para el tratamiento biológico se han dispuesto 24 tanques, así como otros tantos para el clarificado de agua.

Las aguas tratadas gracias a esta depuradora se reutilizan para el regadío de toda la zona y los desechos (lodos) para la obtención de biocombustibles. Anteriormente, las aguas eran utilizadas en la agricultura sin ningún proceso de limpieza.