La promesa de la supremacía de la computación cuántica para determinados problemas matemáticos está teniendo como una de las primeras consecuencias el desarrollo de nuevos mecanismos para proteger la información.
Algunos de los métodos de cifrado más ampliamente utilizados en los sistemas actuales, como los RSA (Rivest–Shamir–Adleman) basados en claves públicas que se componen de dos números primos muy grandes, se fundamentan en la dificultad para factorizar estas claves con las tecnologías de procesamiento actuales. Sin embargo, se ha demostrado que con las aproximaciones cuánticas este asunto, conocido como el ‘problema RSA’, puede resolverse con máquinas cuánticas suficientemente potentes a través del conocido algoritmo de Shor de 1994.
Estos avances auguran que los próximos cinco años puedan lograrse máquinas cuánticas con la suficiente potencia para impactar en la criptografía disponible. Pero existe hoy el riesgo de ‘store now, decryp later’, es decir almacenar la información encriptada y desencriptarla. De hecho, existe una hoja de ruta que indica que, en ciertos países, los servicios de cifrado actuales deben migrarse hacia cifrados post cuánticos (PQC) en el 2025.
Hay por lo tanto una premura y una cierta urgencia en abordar esta problemática: estamos ante un nuevo ‘efecto 2000’ en el entorno de la ciberseguridad. De hecho, desde agosto de 2023, Google ya soporta este cifrado PQC en sus servidores y en Google Chrome.
Debido a esta amenaza real se está avanzando en dos direcciones: por un lado, mediante nuevos métodos criptográficos robustos en cualquier tipo de computación, incluida la cuántica (como PQC, Post Quantum Cryptography); por otro, con mecanismos de intercambio de claves basados en propiedades cuánticas de no clonación o, a más largo plazo, del entrelazamiento que forman el sustrato de la denominada ‘Internet Segura’.
Dentro del conjunto de trabajos relacionados con el intercambio seguro de claves, uno de los ámbitos más desarrollados actualmente es el relacionado con canales cuánticos o Quantum Key Distribution (QKD).
Este usa las propiedades del fenómeno cuántico de la no-clonación y una serie de protocolos de comunicación clásicos para intercambiar una clave de cifrado simétrica entre dos puntos con la garantía de que no ha sido observada por un posible atacante, o detectar que ha sido observada y buscar una nueva alternativa. No son vulnerables a la capacidad de cómputo del adversario, independientemente de la plataforma utilizada.
Se trata de una tecnología emergente que empieza a poder implementarse tanto sobre medios físicos -vía fibras- como en espacio abierto, es decir, para comunicaciones laser atmosféricas o espaciales.
Sin embargo, las limitaciones en cuanto a la robustez de los sistemas, al formato o factor de forma del equipamiento o al tipo de comunicación punto a punto hace que su practicidad real esté todavía muy lejos de resultar comercialmente viable.